21 de octubre, 2019
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El pasado 1 de octubre comenzó el nuevo año hidrológico. Llegada esta fecha, el sector del agua hace siempre balance de los 12 meses anteriores y analiza cómo será la situación en los 12 siguientes. En la actualidad, se puede afirmar que, según los últimos datos disponibles, el año hidrológico que acaba de finalizar, es uno de los más secos de lo que llevamos de siglo. Por ello, y según la Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana (AGA), la nueva situación climática implica nuevas necesidades de inversión.

Si algo se ha vuelto a demostrar desde el 1 de octubre de 2018 hasta el pasado 30 de septiembre de 2019, es que los fenómenos extremos cada vez son más frecuentes en nuestro país, y es previsible que esto siga evolucionando así. Esta situación se agudizó en las semanas previas al cierre del año hidrológico. Durante el mes de septiembre, distintas zonas de nuestro país padecieron los devastadores efectos de unas inundaciones que ponen de manifiesto una grave
situación climática.

Es preciso que se actúe de manera decidida ante estas situaciones de emergencia, particularmente sequías e inundaciones. Episodios como los vividos en fechas recientes cada vez son más habituales y, según coinciden en pronosticar la mayor parte de los expertos, lo serán aún más en el futuro. Según AGA, "debemos estar preparados ante las situaciones de escasez que se repiten periódicamente en España y que afectan no solo al agua para consumo humano, sino también a la industria y sobre todo a la ganadería y agricultura, con las consecuencias que supone para el día a día de las personas".

Igualmente, aunque puntuales, cada vez se repiten de forma más asidua e intensa, los episodios de fuertes lluvias e inundaciones. El último caso de gota fría (Dana) que ha azotado el Levante español, no es más que una muestra de lo que está por venir. La lucha para hacer frente al cambio climático exige que se emprendan acciones conjuntas y concretas. Un buen ejemplo es el de Francia que, ante la prolongada sequía que sufre desde hace meses, ha alcanzado un pacto a nivel nacional que busca hacer frente al cambio climático con 23 medidas concretas. En el caso español, el tipo de medidas podría incluir, entre otras, las siguientes referencias:

  • Prevención de inundaciones: planes directores sobre riesgo de inundación; programas de mantenimiento y conservación de cauces.
  • Preparación ante inundaciones: establecimiento y mejora de los sistemas de alerta temprana y ayuda a la decisión; mejora de la planificación institucional de respuesta ante emergencias; mejora de la conciencia ciudadana en la preparación para las inundaciones (es necesario incrementar la percepción de riesgo real).
  • Recuperación y revisión tras inundaciones: obras de emergencia para reparación de infraestructuras afectadas/dañadas.
  • Protección frente a inundaciones en las cuencas hidrográficas: restauración hidrológico-forestal, regulación de caudales, mejora de encauzamientos.
  • Protección frente a inundaciones en las ciudades (resiliencia): mejora de los sistemas de saneamiento unitarios existentes; construcción de sistemas de saneamiento separativos; sensorización, digitalización y sectorización de la red; incremento en la red de almacenamiento de agua potable; gestión avanzada de activos; autosuficiencia energética y economía circular.

Por resumirlo en una frase, se puede decir que "ya no basta con prever lo posible, sino que es necesario estar preparados para lo imprevisible". Así sucedió con los servicios de agua urbana del Levante español durante la DANA, que quedaron restablecidos al 100 % en un tiempo récord. Adaptación, mitigación, economía circular, huella hídrica y de carbono, reutilización, valorización, balance energético cero, biofactoría, etc., son conceptos que estarán más presentes en el sector del agua urbana y por tanto en el día a día de las personas, poco a poco.

Con todo lo anterior, queda claro que el agua es uno de los elementos más expuestos a las consecuencias del cambio climático. Para poder minimizar los efectos más negativos, llevando a cabo las propuestas mencionadas en los párrafos anteriores, es imprescindible una fortísima inversión y que esta se prolongue en el tiempo. Por tanto, es necesario buscar fórmulas innovadoras de financiación, de tal forma que el sector del agua urbana pueda adaptarse a los cambios que están por venir y seguir prestando así un servicio de calidad como el actual y que este mejore además progresivamente.

Para AGA, se necesita alcanzar acuerdos para acelerar los trabajos de adaptación a la nueva situación climática, desarrollar al máximo la economía circular y evitar tragedias como las sufridas hace escasas semanas. A su vez, es necesario seguir trabajando en prevenir el cambio climático y hacer frente a situaciones de emergencia, coordinando el trabajo de forma continuada y aprovechando el potencial de empresas y profesionales.

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